Tamaulipas; PRI y narco
Ricardo Alemán
Itinerario político
Sin oposición, la lucha entre tricolores Ya se habla de “ta-ta-ta-ta-Tamaulipas”
En Tamaulipas —en donde el 4 de julio próximo también se renovará el gobierno estatal— prácticamente no existe la oposición. Sea derecha sea izquierda. En los hechos el PAN y el PRD son convidados de palo.
Esa realidad, sin embargo, no quiere decir que la renovación del gobierno estatal resulte un “bombón” para el PRI. No, en el fondo, la pelea por el gobierno de la rica entidad fronteriza se dará entre el PRI —partido político con registro— y el poder fáctico de los cárteles de la droga, en especial La Compañía.
Y es que en Tamaulipas —igual que ocurrió en Sinaloa desde hace más de medio siglo—, la presencia del narcotráfico viene de lejos y es el terruño de poderosos grupos mafiosos de presencia internacional, como el cártel del Golfo y Los Zetas. No es casual que —debido a la presencia de las bandas criminales y a la creciente violencia—, la siempre ingeniosa voz popular hable de “Ta-Ta-Ta-Ta Tamaulipas”, cuándo se refiere al terruño.
A semanas de que el PRI emita la convocatoria para la selección de su candidato al gobierno tamaulipeco, la pelea por el poder político se produce entre el gobernador saliente, Eugenio Hernández —quien hace todo por imponer a su sucesor y guardaespaldas para el futuro—, y el CEN del PRI. El dilema resulta harto complicado, ya que la alternativa local significa el aval para que el poder de facto siga en manos del crimen organizado, en tanto que la alternativa del centro sería el rompimiento de un maximato mafioso de más de dos décadas.
El gobernador Eugenio Hernández impulsa las aspiraciones —en ese orden— del diputado federal del PRI Rodolfo Torre Cantú, presidente de la Comisión de Salud y magnate farmacéutico; de su amigo de la infancia José Manuel Assad Montelongo, secretario de Educación local vinculado con la profesora Gordillo, y a su primo, Javier Gil, ex panista, contratista, ex alcalde de Altamirano y actual diputado federal.
En el CEN del PRI se estima que se trata no sólo de políticos de muy bajo perfil, sino que se intenta una grosera herencia familiar y la preservación de los grupos con presuntos vínculos criminales. Por eso trabaja en construir un candidato de unidad, con independencia de grupos locales que han mantenido el poder dos décadas y, sobre todo, que permitan al PRI retomar el poder político local.
En realidad, el candidato del CEN es el líder del sector popular del PRI, Marco Antonio Bernal —aspirante derrotado hace 12 años—, y que cuenta con todo el apoyo de Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes y Enrique Peña Nieto. A pesar de ese formidable respaldo, nada garantiza que desde el centro se pueda derrotar al gobierno estatal. Un caso similar se produjo apenas en días pasados en la selección del candidato al gobierno de Chihuahua, en donde la misma triada, Beltrones, Paredes y Peña, derrotaron al gobernador de Chiahuahua, que al final de cuentas no logró imponer a su delfín. La disputa formal se llevará a cabo entre priístas.
Y es que en Tamaulipas el PAN, el PRD y los partidos opositores en general prácticamente hoy no existen, a pesar de que en los años 80 el PARM creció en el corredor Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros y gobernó algunos de los municipios de mayor importancia; a pesar de que en los años 90 el PRD logró triunfos importantes de la mano del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia; a pesar de que en el año 2000 el PAN gobernó Tampico, Reynosa y Tamaulipas.
En el fondo, la alianza opositora al PRI que cocinan desde el CEN del PRD con el tamaulipeco Lino Korrodi —y a la que dizque se sumarían el PAN, PT y Convergencia—, no es más que un señuelo cazabobos. ¿Por qué? Porque además de que Korrodi es un “cartucho quemado”, el PRD y el PAN no suman los votos necesarios para siquiera acercarse a los niveles de preferencia electoral del PRI. Ni juntos con la chiquillería.
Actualmente, el PRI gobierna los 10 municipios más importantes del estado —Reynosa, Río Bravo, Matamoros, Nuevo Laredo, Victoria, San Fernando, Mante, Altamira, Madero y Tampico—, tiene en su poder los ocho distritos federales y los 19 de mayoría en la entidad. Ese es el control político formal.
En cambio, el poder fáctico de buena parte de esos municipios los tiene el narcotráfico, fuerza corruptora que según la voz popular, en Tamaulipas financia candidaturas municipales con el único requisito de que entreguen a La Compañía —como se conoce a Los Zetas—, los puestos de director o subdirector de la policía. La penetración criminal es tal que uno de los más aventajados aspirantes del PAN al gobierno local, Francisco Javier García Cabeza de Vaca —ex alcalde de Reynosa—, tiene presuntos antecedentes delictivos en Texas y supuestos nexos con el narcotráfico.
Vía: El Universal